El presidente Andrés Manuel López Obrador calificó el reciente intento de aprehensión del ex gobernador de Chihuahua, Javier Corral, en la Ciudad de México como “una especie de venganza”. Según López Obrador, esta acción careció de un procedimiento adecuado de colaboración con la Fiscalía capitalina, lo que subraya la falta de formalidad en el proceso.

 

López Obrador destacó que el conflicto trasciende lo legal y se enmarca en una disputa política. En este escenario, la actual gobernadora de Chihuahua, María Eugenia Campos, juega un papel crucial. Campos ha unido fuerzas con el ex mandatario César Duarte, a pesar de las diferencias de partido entre ellos.

 

El presidente argumentó que esta alianza entre Campos y Duarte refleja una “promiscuidad política” que se ha vuelto común en los últimos tiempos. Recordó cómo el PRI y el PAN han hecho concesiones mutuas en diversas ocasiones, citando ejemplos históricos como el caso del panista Ernesto Ruffo, quien se convirtió en el primer gobernador del PAN en Baja California.

 

En cuanto al intento de detener a Corral, López Obrador subrayó que estos eventos están impulsados por rivalidades políticas y deseos de venganza. Destacó que Corral está a pocos días de asumir su nuevo cargo como senador, lo que complicaría cualquier enjuiciamiento posterior debido a su inmunidad parlamentaria.

 

El presidente insinuó que la urgencia en el intento de aprehensión podría estar relacionada con el temor de que, una vez en prisión, Corral podría adquirir un estatus que le impida ser procesado como senador. En resumen, López Obrador sugiere que los recientes eventos son una manifestación de la agitación política actual y no meramente cuestiones de justicia.

 

Este episodio subraya las tensiones políticas persistentes y el entrelazamiento de intereses partidistas que caracterizan el panorama político en México.

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