Esta temporada de lluvias ha dejado una marca significativa en la Ciudad de México, donde las intensas precipitaciones han generado inundaciones y desafíos adicionales para la población. Según José Martín Cortés, experto en Ciencias Atmosféricas, se anticipa que las condiciones meteorológicas adversas persistan durante las próximas semanas debido a la interacción de múltiples sistemas climáticos.
El monzón mexicano ha sido particularmente activo, afectando extensas áreas que van desde la Sierra Madre Occidental hasta el centro del país. Este fenómeno estacional, agravado por la presencia del fenómeno de La Niña, ha provocado lluvias intensas, aunque insuficientes para mitigar por completo la sequía en algunas zonas. Además, las ondas tropicales once y doce han traído consigo tormentas significativas a regiones como el Valle de México y la península de Yucatán, esta última bajo vigilancia por posibles condiciones ciclónicas.
La oscilación Madden-Julian, una onda atmosférica que atraviesa los trópicos, también está contribuyendo a la inestabilidad atmosférica, potenciando las tormentas ya existentes. Esta interacción con los frentes fríos estacionales, aunque poco frecuentes en verano, añade más incertidumbre climática, especialmente en el noreste de México, donde se espera que uno de estos frentes provoque más lluvias, granizo y tormentas.
Las consecuencias de estas precipitaciones son variadas: mientras benefician la recarga de presas y revitalizan ecosistemas, también representan un riesgo para las comunidades. Las inundaciones recientes en la Ciudad de México y el Estado de México son un recordatorio de los desafíos que enfrentan las áreas urbanas frente al exceso de agua, exacerbado por la falta de infraestructura adecuada para el drenaje. La acumulación de basura en coladeras es otro factor crítico que contribuye a los desbordamientos y afecta tanto a áreas urbanas como rurales.